La extradición como un instrumento de poder dominante
La figura de la extradición es una institución del derecho penal, es un mecanismo de cooperación judicial suscrita o aceptada entre Estados, según la cual, “un Estado competente solicita a otro la entrega de un individuo, acusado o condenado, que se encuentra en su territorio, con el fin de proceder penalmente contra aquel…”
Pero más allá, la extradición es claramente un instrumento de ejercicio de poder en el que el país dominante se impone sobre el subordinado. Esto se refleja en la falta de reciprocidad del país requirente, es decir, el que ejerce la extradición activa, frente al país que entrega a sus ciudadanas y ciudadanos en una actitud meramente pasiva.
Es lo que generalmente ocurre con el tratado de extradición Colombia – Estados Unidos, país este último, hacia donde se extradita el mayor número de ciudadanas y ciudadanos colombianos, pero del cual no existe una práctica recíproca hacia nuestro país cuando son ciudadanos estadounidenses quienes delinquen en nuestro territorio.
Esta circunstancia es la que también hace más difícil recurrir a herramientas como la repatriación humanitaria o de otro tipo, de nuestros ciudadanos que debe tramitarse a pedido del Estado colombiano, que es quien autoriza la extradición de nuestros connacionales y en consecuencia debería también pedirlos de vuelta a su país.
Para que la repatriación sea posible es importante, primero, ganar conciencia entre la gente de que la extradición es una herramienta anti soberana y acto seguido buscar la presión activa de organizaciones de la sociedad civil, de defensoras y defensores de derechos humanos, de los familiares o amigos de las personas extraditadas exigiendo que éstas sean juzgadas, si es del caso, en su propia patria.
Vergonzosamente se ha dado también el caso, en el que la insistencia en extraditar ciudadanos hacia los Estados Unidos ha sido más fruto de la maquinación y presión de alguna autoridad colombiana que del requerimiento del país del norte, tal es el caso que nos ocupa en esta presentación, la fabricación de la extradición hacia los Estados Unidos y posterior condena a 60 años de prisión, con falsos cargos de Ricardo Ovidio Palmera Pineda - Simón Trinidad.
La extradición, un arma de persecución política
Una de las condiciones que establecen los tratados de extradición, la legislación internacional de derechos humanos, nuestra carta política y legislación penal es que las personas acusadas o condenadas por delitos políticos (rebelión, sedición, asonada) y conexos no pueden ser sometidas a un proceso de extradición. No obstante, el Estado colombiano, recurriendo a acuerdos no muy sanctus con los Estados Unidos y a una serie de ilegalidades jurídicas, en más de un caso, ha extraditado hacia los Estados Unidos a personas investigadas o sentenciadas por delitos políticos.
La extradición, siendo una figura de cooperación jurídica, se ejerce en la realidad como una herramienta además política, no neutral, no garantista. Al contrario, se ha convertido en un arma de persecución política, de inefectividad judicial, de vulneración de derechos y de impunidad frente a las víctimas. La extradición en Colombia es usada contra sus opositores políticos como un recurso de persecución en la lógica perversa del derecho penal del enemigo.
El abogado estadounidense Mark Burton, quien ha asistido a Ricardo Palmera – Simón Trinidad en su etapa condenatoria, sostiene en este sentido:
“En el tratado de extradición hay una cláusula… que dice que es prohibida la extradición por casos políticos… pero muchos de los casos que envían [a los Estados Unidos] son políticos”.
La extradición vulnera los derechos de las víctimas
La extradición de connacionales es también usada como un mecanismo para silenciar la voz de la persona extraditada y lesiona seriamente los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición. Tal como ha ocurrido con la extradición de los jefes paramilitares hacia los Estados Unidos por parte del gobierno Uribe, para que la verdad que ellos saben no la conozcan ni sus víctimas ni el país en su conjunto.
Y es una herramienta de poder no recíproca, como podemos ver con la denominada “inmunidad diplomática”, que un Estado servil como el colombiano, le concede a países como Estados Unidos y sus ciudadanos, especialmente militares, lo que se traduce en una carta blanca de impunidad para militares y contratistas (mercenarios) -que también desempeñan tareas militares- que operan en territorio colombiano y han cometido todo tipo de violaciones contra la población civil sin que nada les pase.
Así lo ratifica el abogado estadounidense Burton:
“… Hay total impunidad porque Colombia ha firmado un tratado [en el que] los soldados estadounidenses están fuera de la jurisdicción de Colombia… lo mismo si están cometiendo delitos… Ellos justifican esto diciendo… que los soldados estadounidenses necesitan ser libres para hacer su trabajo guerrerista…”
La extradición no garantiza los derechos judiciales y humanos de los colombianos
El instrumento jurídico de la extradición ajustado a los estándares de justicia internacional y de cada país, debe garantizar a las personas sujetas de extradición unas condiciones sine qua non tales como: - Que el estado requirente tenga competencia al solicitar a una persona en extradición, demostrando que el supuesto delito se cometió en su territorio; - La doble incriminación, que exige que el delito por el cual se requiere a una persona en extradición debe estar establecido en el ordenamiento jurídico de los dos Estados; -El principio del Non Bis in Ídem que garantiza que la persona no sea juzgada dos veces por el mismo delito; - La entidad mínima del delito, que exige no conceder la extradición por delitos menores; - El carácter del delito, que establece claramente que no se puede conceder la extradición por delitos políticos y conexos; - El respeto al debido proceso; - La validez de la solicitud; el respeto a su dignidad y derechos humanos; y el derecho a no ser condenado a penas superiores a las estipuladas en el Código Penal Colombiano
Pero en muchos casos de colombianos extraditados a otros países estos requisitos están lejos de cumplirse, como en el caso de Ricardo Palmera – Simón Trinidad.
Las condiciones de su extradición no se ajustan a las condiciones de esta figura ni a las normas del derecho internacional de los derechos humanos, ni a las normas mínimas internacionales de tratamiento a la población reclusa, ni siquiera a la legislación penal colombiana ni a su carta política.
El Caso De Ricardo Ovidio Palmera Pineda – Simón Trinidad
La vida civil de Ricardo Palmera
Ricardo Palmera es un hombre nacido en la cuna de una familia prestante de la ciudad de Valledupar, Cesar, al norte de Colombia. Como resultado de ello, pudo acceder a la educación superior y titularse de economista. Fue profesor universitario y gerente de un banco, con una vida cotidiana de un hombre casado y con hijos.
Pero la convulsionada vida política colombiana y la difícil situación de la inmensa mayoría del pueblo, prontamente movieron la sensibilidad de un humanista como Ricardo Palmera, fue así como empezó su participación en la política, en organizaciones de centro y de izquierda como Causa Común primero y luego la Unión Patriótica.
Simón Trinidad el insurgente
La ola de amenazas, persecución y asesinatos prontamente recayó sobre la naciente Unión Patriótica y es ante esa realidad que Ricardo Palmera decide alzarse en armas, ejerciendo su derecho a la rebelión, que en Colombia es un delito, y vincularse desde entonces a la guerrilla de las FARC – EP. Fue allí donde adoptó el nombre de Simón Trinidad.
En su vida insurgente Simón Trinidad se destacó como un dirigente político, como un ideólogo más que como un militar. Nunca ocupó un lugar en la máxima instancia de dirección de las FARC – EP conocida como Secretariado ni en el Estado Mayor Central. Sin embargo, por sus calidades políticas hizo parte del equipo negociador en el proceso de paz de El Caguán, entre esa guerrilla y el gobierno de Andrés Pastrana Arango (1998 – 2000).
La captura
A principios del 2004, en cumplimiento de una tarea de su organización, Simón Trinidad se encontraba en Quito, Ecuador, según se supo para buscar un contacto de alto nivel con Naciones Unidas que posibilitara entonces un intercambio o canje humanitario de prisioneros, unos en poder de las FARC – EP y otros en las cárceles del Estado colombiano.
Fue allí donde en una operación coordinada entre agentes de la inteligencia estadounidense y la colombiana, Simón Trinidad fue capturado y deportado por el gobierno ecuatoriano hacia Colombia.
El gobierno de Álvaro Uribe Vélez en el poder, quien estaba detrás de la captura de Ricardo Palmera – Simón Trinidad, solicitó inmediatamente extraditar a Simón Trinidad hacia los Estados Unidos, pero ante la ausencia de cargos del gobierno de Estados Unidos contra él, quien nunca cometió actos delictivos en territorio estadounidense, y la falta del cumplimiento de varias de las condiciones que exige un tratado de extradición, a decir: la competencia, la doble incriminación, el carácter del delito, el debido proceso y la validez de la solicitud, el gobierno de los Estados Unidos se abstuvo en un primer momento de aceptar su extradición.
Esta situación quedó develada en uno de los famosos cables divulgados por Wikileaks en donde el entonces embajador estadounidense en Colombia William Wood sostiene:
“Altos funcionarios del gobierno colombiano, incluyendo al presidente Uribe, han pedido a los Estados Unidos considerar pedir en extradición a Palmera. Obviamente ellos prefieren verlo encerrado en una cárcel de los Estados Unidos que procesado en el poco confiable sistema judicial colombiano. Su pedido tiene una nota de urgencia de ellos. Sin embargo, en estos momentos Palmera no enfrenta cargos penales en los Estados Unidos. La embajada desconoce cualquier investigación pendiente en contra de este reconocido narcoterrorista por parte de las agencias oficiales de los Estados Unidos”.
Tras ese primer impedimento Ricardo Palmera pasó la primera parte del 2004 preso en Colombia, mientras que el gobierno Uribe con la colaboración del entonces fiscal general Camilo Osorio, fabricabanun falso caso por narcotráfico contra Ricardo Palmera - Simón Trinidad, que lo sacara de la órbita del “delincuente” político. Así se logró que para el mes de noviembre de esa misma anualidad la Corte Suprema de Justicia aprobara su extradición e inmediatamente después de la sanción presidencial de Uribe, éste fue finalmente extraditado hacia los Estados Unidos el 31 de diciembre de 2004.
El proceso contra Simón Trinidad en Colombia y Estados Unidos
En los Estados Unidos, Ricardo Palmera - Simón Trinidad afrontó varios juicios, con la asistencia del abogado de oficio Robert Tucker, ya que tampoco tuvo la garantía procesal de contar con un abogado de confianza, cuatro de esos juicios por el cargo de narcotráfico y otros, de los que no lograron probar nada y fue absuelto.
Posteriormente enfrentó nuevos juicios amañados, con testigos poco confiables y testimonios de desertores llevados desde Colombia. Le armaron nuevos cargos, entre ellos el de conspiración para toma de rehenes, por el que finalmente fue condenado a 60 años de prisión al hacerlo responsable del supuesto secuestro, de los tres contratistas o mercenarios militares norteamericanos Thomas Howes, Keith Standell y Marc Gonsalves, empleados de la Northrop Grumman, la tercera empresa contratista en defensa militar de los Estados Unidos, entonces contratista del Pentágono.
Estos contratistas en efecto fueron retenidos por las FARC-EP tras haber sido derribada la aeronave en la que hacían inteligencia electrónica sobre su área de influencia en el Caquetá, en el año 2003. Pero Simón Trinidad jamás operó en dicha área ni tuvo responsabilidad alguna por éste hecho. Lo hicieron responsable por la denominada cadena de mando y para ello argumentaron que Trinidad hacía parte del Estado Mayor Central y de su máxima instancia de dirección, el Secretariado, que tampoco era cierto.
Según el abogado Burton:
“Él ha tenido cuatro juicios y… varios cargos, en un juicio cinco cargos y en el otro como tres o cuatro… y fue condenado… por un cargo solamente que es el de CONSPIRACIÓN, y aquí en los Estados Unidos este cargo es muy conocido por ser muy amplio para el gobierno, para involucrar gente en crímenes, en delitos… La evidencia que he visto no era muy fuerte contra él, …era muy débil… Es muy injusto porque ellos trajeron testigos de Colombia de poca honestidad, que eran desertores de la insurgencia para mentir o para hablar cosas que no eran verdad en el juicio contra él…”
En Colombia la persecución judicial contra Ricardo Palmera - Simón Trinidad tampoco ha sido de poca monta, afronta varios cargos, a decir del abogado asesor de las FARC, Diego Martínez, son más de 170 procesos judiciales los que no han podido seguir su curso legal, entre otras porque sólo se le ha permitido a Palmera, comparecer a unas pocas audiencias de manera virtual desde la prisión de ADX en Florence, Colorado donde se encuentra recluido.
El pasado de 24 de octubre de 2017 una comisión de funcionarios colombianos y parlamentarios visitó a Simón Trinidad en la prisión estadounidense para que éste voluntariamente firmara un documento en el que solicita su inclusión en la Jurisdicción Especial para la Paz - JEP, creada en el marco del proceso de Paz de La Habana entre la guerrilla de las FARC – EP y el gobierno colombiano y de esa manera poder cerrar los procesos que tiene pendientes en Colombia.
Entre tanto, Ricardo Palmera – Simón Trinidad continúa recluido en la prisión de ADX de Florence, Colorado en cumplimiento de su injusta sentencia, que dada su edad se convierte en una cadena perpetua, a la espera de que otras alternativas jurídicas, políticas y humanitarias puedan lograr su repatriación a Colombia.
Condiciones de encarcelamiento en la prisión ADX de Florence, Colorado
Una de las prisiones donde más se vulneran los preceptos internacionales que demandan condiciones de dignidad y respeto a los derechos humanos de la población privada de la libertad es la prisión ADX, ubicada en el desierto de Florence, Colorado, o también conocida por su dureza como la “súpermax”, la prisión de máxima seguridad donde se encuentra privado de la libertad Ricardo Palmera – Simón Trinidad.
De los 13 años físicos que lleva Ricardo Palmera en esta prisión unos 11 han sido de aislamiento total, lo que significa una grave violación a sus derechos humanos, dados los efectos que sobre la salud mental y emocional produce un estado de aislamiento tan prolongado.
Al respecto dice el abogado Burton:
“… está en condiciones muy infrahumanas… Él ha estado casi 11 años solo… las normas internacionales dicen que es mejor no tener a una persona en [aislamiento] por más de 60 días porque daña la mente, el ánimo de una persona. Mucha gente se vuelve [loca]… con mucho problema sicológico…”
Además de negarle el contacto con cualquier otra persona, en esta primera larga etapa a Simón, confinado en uno de los pabellones con otros presos considerados de alta peligrosidad, se le negó la posibilidad de recibir libros o periódicos; de aprender el idioma del país que lo tiene (inglés); de ver televisión; le quitaron sus gafas; le negaron la atención médica y odontológica adecuada, no podía acceder a los expedientes para su defensa de los casos abiertos en Colombia; a uno de sus abogados en Colombia, el doctor Ramiro Orjuela le negaban la visa para visitarlo en los Estados Unidos; sin poder recibir la luz del sol, nunca sabía si era día o noche; era fuertemente encadenado cada vez que se lo trasladaba a alguna diligencia dentro de la misma prisión, o a alguna de las pocas audiencias virtuales que le permitieron atender; hasta le decomisaron unas cartas para jugar solitario, etc., etc.
De una de esas audiencias que fue grabada en vídeo, el mundo pudo corroborar las extremas medidas [12] de seguridad y encarcelamiento que debe soportar Ricardo Palmera – Simón Trinidad en la “súpermax”, la prisión de máxima seguridad donde se encuentra. En las imágenes se puede ver cómo es encadenado de la cintura pies y manos y le ponen un dispositivo eléctrico de alto voltaje en una de sus piernas para su máxima sujeción.
El propio Simón Trinidad denuncia en una comunicación a uno de los jueces en la ciudad de Neiva en Colombia:
“Yo no tengo garantizado el derecho a la defensa; no me permiten enviar documentos a mi abogado ni a los jueces en Colombia, donde pruebo mi inocencia; eso lo tienen que denunciar mis compañeros ante la delegación del gobierno en La Habana. Ni siquiera me permiten hablar con el CICR".
Durante el período de conversaciones de paz en La Habana, sus compañeros de causa, las FARC – EP, intensificaron gestiones reservadas, con el conocimiento del gobierno colombiano, para lograr la repatriación de Ricardo Palmera – Simón Trinidad. En esa búsqueda también lo nombraron desde el principio como uno de los voceros de la delegación de paz de las FARC – EP en la mesa de conversaciones, esto no se logró; al final del gobierno Obama se aspiraba a que le concediera el indulto, tampoco fue posible; se solicitó el mejoramiento de sus condiciones de reclusión, de acuerdo a lo exigido por los estándares internacionales en cuanto al tratamiento carcelario de las personas privadas de la libertad, es hasta ahora lo poco que se ha conseguido a su favor, unos mínimos cambios en sus condiciones de reclusión. En cambio, el Estado colombiano, principal responsable de que uno de sus connacionales se encuentre condenado injustamente en territorio estadounidense, se ha lavado las manos y no ha hecho el mínimo esfuerzo para buscar la repatriación de Ricardo Palmera – Simón Trinidad.
¿Por qué una Campaña para repatriar y liberar a Ricardo Palmera – Simón Trinidad?
Simón es un trofeo para ese Estado subterráneo de la inteligencia norteamericana y del gobierno colombiano que ha querido doblegarlo y quebrarlo moralmente, para a través suyo darle un escarmiento a la entonces insurgencia de las FARC – EP, pero han fracasado en su intento. Su historia de vida, de compromiso, de lucha y su resistencia tras un largo, tortuoso e injusto encarcelamiento en una cárcel de los Estados Unidos, hacen de Ricardo Palmera – Simón Trinidad un símbolo de dignidad y templanza para los revolucionarios del mundo.
¡No podemos abandonarlo ahora, no podemos permitir que muera en una prisión en los Estados Unidos, no podemos! Es un imperativo moral buscar su repatriación y libertad, porque tomando las palabras de Fidel Castro, “A los compañeros, nunca se los abandona”
Otras experiencias como la de los 5 héroes cubanos, del puertorriqueño Oscar López, de Ángela Davis, de Nelson Mandela, de Mumia Abú-Jamal y más, nos enseñan que la solidaridad y presión política son decisivas y que se pueden obtener resultados positivos. Estamos en deuda con Ricardo Palmera – Simón Trinidad, él también merece una gran campaña nacional e internacional a la altura de su estatura revolucionaria.
Ricardo Palmera – Simón Trinidad requiere que el mayor número de personas y organizaciones, nacionales e internacionales hagamos el esfuerzo, que agotemos todas las estrategias necesarias para ganar una mayor conciencia internacional que respalde su caso y así alcanzar finalmente su repatriación y libertad.
Simón es además, la figura emblemática a través de la cual se pueden visibilizar y buscar también la repatriación de muchos otros prisioneros políticos, entre ellos Sonia e Iván Vargas y de decenas de presos sociales arrancados del suelo patrio bajo la odiosa y anti-soberana figura de la extradición.
A Ricardo Palmera - Simón Trinidad lo necesitamos en el país, en libertad, aportando con su inteligencia y compromiso a la construcción de un país en paz. De una paz completa.
Ricardo Palmera Pineda – Simón Trinidad, en la grandeza de su ejemplo, de su dignidad y resistencia, ya no es solamente el militante de las FARC, es nuestro Mandela, es el Héroe Nacional de todo un pueblo.
Por: Liliany Obando
Fuente: prensarural.org
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